martes, 9 de agosto de 2016

No se que nombre ponerle.

Me siento dentro de esas series o películas norteamericanas donde un grupo de personas están en un campamento sentados frente a un gran fogón rodeado de troncos cortados a la mitad para ser usados como asientos, muchos chicos riendo, cantando, comiendo malvaviscos pero en este momento no hay nada de eso. Estoy solo, no hay troncos, no hay ramas con dulces quemándose, solo fuego. Las llamas vuelan alto con ese color amarillento, rojo y azulado bailando de un lado a otro pero no sé si es por el viento o porque están vivas.

Pero de pronto me mira, si, este ser o lo que sea que mata gérmenes a un metro a su alrededor, me mira. Sí, es un dato para nada necesario pero lo aprendí en el colegio y quería presumir está inservible sabiduría, solo eso.

 Volviendo a lo importante, el fuego me mira, y baila pero lo más sorprendente es cuando lentamente un chico sale de este. Se acerca a mí extendiendo su mano hacia mi mejilla pero no tengo miedo de quemarme y eso no sucede, no me quemo, solo siento calidez en su toque.

Comienza a caminar alrededor mío como si yo fuera la hoguera de donde salió. Mis ojos se cruzan con los suyos y puedo ver la llama dentro de él. Tampoco ardo cuando lo veo simplemente me siento, ¿Vivo?

Comienza a caminar junto al círculo que antes lo retenía, de un momento a otro empieza a bailar. Se mueve de un lado a otro, como si el viento lo llevara y es ese mismo ser natural que lo reaviva, le da poder y lo hace más grande.

Todo a nuestro alrededor se oscurece y él empieza a brillar pero no al estilo de un vampiro homosexual, si no como el fuego que antes me iluminaba el camino.

El fuego, él, está quemando los gérmenes a nuestro alrededor, baila al ritmo del viento, gira a mi alrededor y simplemente puedo verlo, vuelve a extender su mano pero esta vez para tomar la mía, me lleva a donde estaba, hacia la oscuridad y en cada paso hacia adelante dejamos más negrura, más vacío, más nada pero llenamos de vida otro camino. Cuando los dos estamos solos, incluso cuando ni la luna ni las estrellas pueden vernos el me abraza, puedo ver como sonríe, como se pierde en mí y vamos desapareciendo dejando que todo a nuestro alrededor se vuelva oscuro.