miércoles, 13 de diciembre de 2017

Amarillo.

Me gusta el tono amarillo que tiene la ciudad, no es naranja, no es durazno. Es un amarillo muy claro, es como una prenda blanca que se fue haciendo vieja de a poco y tomo ese tono amarillento, es como la lavandina. A pesar de ser muy claro sobre sale por encima de los otros amarillos de la ciudad, es distinto al tono del local de comida rápida o del que vende comida vegetariana, o el de la parada del colectivo o de las señales que están en el piso o el del cartel del subte. Es parecido al que pinta las paredes del edificio que está por la avenida pero lo diferencia lo que representa, lo que muestra.
La ciudad se tiñe de un amarillo paz, es un amarillo atardecer, no da nostalgia ni pena por más que del cielo caiga agua. Da paz, no esperanza. Dos cosas que deberían, quizás, tal vez, ir de la mano pero no. Porque no da esperanza de que todo mejore, ni que el hambre mundial se acabe o dejen de perseguir a las personas por ser quiénes son. Da paz porque en este momento, mires por donde mires todos somos amarillo paz. Aunque algunos caminen bajo la lluvia con sombrilla o sin ella. Escuchando música o no. Caminando o en colectivo, auto o lo que fuera.
Nadie corre, nadie huye. Todos parecen entender que van a llegar a su destino sin importar que tan de prisa o lento vayamos, sabemos que vamos a llegar. Mires por donde mires la gente va sin cuidado, cada uno pensara sobre que cenar, que película ver o si su enamorado o enamorada piensa en el o ella, parecen entender que la vida es así, llena de misterios que siempre van a estar ahí pero que no se tienen que complicar la vida por esto o aquello. Que la vida es dura, difícil, cuesta arriba pero que de una forma u otra se puede llegar. Que no está mal ejercitarnos un poco. 
Quizás más que amarillo paz es un amarillo mentira. Porque las nubes tapan la poca luz solar que intenta caer sobre la ciudad, intenta cuidar de que no nos quedemos ciegos. Aunque sea para tapar un poco todo, sabemos que de un momento a otro va a explotar, nos vamos a quemar pero fingimos que el ahora está bien, que nada importa y que es solo un poco de lluvia.
Porque cuando miro al cielo de nuevo la luz se va yendo para darle paso a la noche donde todos lo demonios salen y podemos ser nosotros mismos.
Tal vez.
Quizás.
Quien sabe.
Algún día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario