martes, 12 de agosto de 2014

Gomitas...

¿Cómo es? Es ella, simplemente ella. Con su cabello enrulado con esos perfectos rulos negros que caen por su rostro, cubriendo un poco sus mejillas levemente sonrojadas y siempre con la mirada perdida, ¿Qué miraban esos ojos? Esos ojos marrones con destellos verdes esa rara combinación pero a la vez perfecta.

¿La primera vez que la vi? Fue en aquel lago, sentada, los audífonos puestos, mirada perdida como cada vez que la veía, ¿Qué escuchaba? No lo sé y no me animaba acercarme a preguntar, es que… no le hubiera prestado atención a alguien como yo.

Recuerdo la primera vez que la vi sonreír. Sus pómulos se levantaron como si fueran dos manzanas pequeñas, su sonrisa era grande. Llevaba el pelo suelto, el viento soplaba haciendo que sus rulos se levantaran y en ese instante sonrió, capaz sonaba su canción favorita y el momento acompaño aquella melodía.

No soy el tipo de persona que alguien buscaría. Con problemas de sobrepeso, ojos oscuros, pelo negro (muy desarreglado por cierto) ¿Quién podría fijarse en mí? ella no.
No puedo ir y pararme frente a ella para hablarle, no, no, no y no. Si tan solo pudiera ser… otra persona, si solo no fuera yo.

¿Qué hubiera pasado si hubiera tomado valor para hablarle? Quizás aquella lista no la hubiera hecho por nada. Aún recuerdo cuando la escribí, era de esas noches donde no podía conciliar el sueño, y los pensamientos florecían, necesitaba hacer algo conmigo, algo mas… no sé, me levante de mi cama, busque entre mi desorden mi mochila para tomar una hoja de una carpeta, un bolígrafo y empezar a escribir: 

Lista para gustarle a alguien, quizás a ella:
Dieta estricta
Caminata por las mañanas
Una serie de ejercicios de dos horas
Más confianza y seguridad.
No ser yo.

Le tome costumbre el ir al aquel parque, era parte de mi rutina. Quería ver sus rizos volar a causa del viento, intentar adivinar en que perdía su mirada. A veces hablaba conmigo mismo y me decia que me acerque a ella pero mi cuerpo no reaccionaba, y siempre quedaba parado como un idiota.

Hubo una vez que me levante sin ánimos de nada… ahora que lo pienso bien, ni siquiera me levante… ¿O sí? Maldita mente que me juega malas pasadas. La cosa era que no tenía ganas de nada, no deseaba levantarme, y estuve la mitad del día, eso es, me había despertado sin ánimos, y no deseaba levantarme, pero tuve que hacerlo para ir al parque.
Era un día frió me puse un jean negro y un buzo oscuro con capucha, mis ánimos no estaban del todo bien. Me sentía mal, presentía que seria un día perdido. Ella ni siquiera apareció, el parque estaba vacío sin su presencia, o así lo sentía. Decidí sentarme donde ella normalmente lo hacía e intente observar lo que ella observaba. Frente a mí se encontraba un gran árbol junto a este un pequeño lago, mas allá, cruzando la calle un gran edificio de quien sabe cuántos pisos, no es que uno vaya contando los pisos de cada edificio. Este reflejaba un poco el parque gracias a la gran vidriera que tiene, de pronto ella llega, y toma el asiento que normalmente yo ocupaba para observarla (Aunque suene acosador), sentí como mis orejas se calentaban de la vergüenza. Quizás se diera cuenta que la observaba, que era a ella a quien mis ojos se perdían al mirar. Y así paso el día hasta que uno de los dos se fue, no recuerdo quien abandono el parque primero pero si recuerdo que ella volvía a perder la mirada pero esta vez desde el asiento donde yo la veía siempre. En mi caso perdía mi mirada en aquel edificio que apenas la reflejaba, si me concentraba lo suficiente en sus cristales podía verla bien, ver sus rulos volar por el viento.

Uno de esos días de frió que tanto me gustan olvide de ir al parque, me deteste. Perdí una oportunidad de poder seguir viéndola, un día para seguir intentando caminar hacia ella y hablarle.
Intente dibujarla, una y otra vez pero ese día mi mente me jugaba malas pasadas, a veces la hacía con el pelo lacio o con los ojos oscuros, incluso la dibuje sin su sonrisa. Quizás era mi mente diciéndome que me olvide de ella. Era normal olvidarme la contraseña de mi móvil, las llaves o la dirección de casa, eso no me molestaba pero no quería olvidarme de ella. Así eran mis pesadillas, despertar y no recordarla.

Un día me levante con el orgullo alto. Me vestí con un jean negro, mi buzo favorito y camine con la frente en alto hacia el parque pero antes de llegar decidí comprar unas gomitas, de esas que tienen forma de pirámide pero curva a la vez, de varios colores, verdes, rojas, amarillas de esos colores brillantes, llevaba un pequeño arco-iris en una bolsa transparente… comí dos, no recuerdo de que color. Una vez que llegue al parque, tome aire, y me dirigí a ella, le ofrecí gomitas… luego… luego… no recuerdo…


Ese día él se acercó a mí, me hablo, reímos, comimos de las gomitas que tanto me gustan y nos despedimos prometiendo volver pero parece que él se olvide de mí, o de donde queda el parque porque nunca más supe de él, ni de las gomitas que comimos juntos, si tan solo el supiera.

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