sábado, 28 de mayo de 2016

Infierno

No logro entender mucho de lo que pasa a mi alrededor pero realmente me gusta la sensación del roce de la alfombra en mis pies.
¿Donde estoy? No lo se, perdido en un largo pasillo de paredes rojas y doradas. Los cuadros colgados en la pared se encuentran vacíos pero al caminar siento que la nada misma dentro de ellos me vigila. Al final del camino se encuentra una enorme puerta de madera, las voces se agolpan para salir y son indescifrables.  Por cada paso que doy hacia esta entrada siento el calor en mi cuerpo, la camisa que llevo puesta se siente pesada y el sudor se agolpa en ella. El jean que llevo aumenta su peso, las voces siguen sin entenderse a pesar de que ya este rozando con las yemas de mis dedos su madera.
Lleva unos relieves leves que dibujan una mujer desnuda, la observo embobado hasta que sus ojos se posan en mi, la miro, me mira y la puerta se abre. Es un juego visual o lo que fuese pero mientras esta entrada se abre, las piernas de esta dama se abren, el calor se hace inmenso y las voces pasan a ser gritos, estos pasan a ser gemidos pero no hay dolor en su sonar, solo placer.
Veo un rejunte de brazos, piernas, manos, bocas. De pronto me siento libre, siento que puedo volar, que todo el peso que llevaba encima se esfumo y así fue, junto con mi ropa.
Mi rostro se siente caliente y no se si es por la vergüenza, el calor que liberan estos cuerpos al chocarse o es simplemente excitación. De pronto mis ojos se posan en la mujer de la puerta ahora en carne y hueso tirada sobre el piso, la miro, me mira, nuevamente abre sus piernas llamándome con un sensual gesto de dedos. Me acerco con miedo pero varias manos me lo arrebatan, junto con la vergüenza de mi desnudez, me acarician donde no deberían pero me gusta, no deseo que paren y se que no lo harán.
La mujer de madera lleva sus dedos a su cuerpo y se que es otro gesto para que me acerque, acaricia sus pechos, muerde sus labios, los baja por su vientre, rodeada su obligo, acaricia su leve vello púbico y se pierden en un gemido. Me arrodillo frente a ella y siento su labios húmedos, los acaricio mientras ella me ve. Nuestro beso es apasionado no me niega cuando introduzco mi lengua, mientras la beso y esos ojos, esos ojos llenos de excitación me provocan mas. Otros labios se acercan a mi y no les importa donde estuvo posada mi boca antes, me toma del pelo besándome con fuerza, sus dedos rodean mi cuello mientras que otros toman mi cintura, mi abdomen, mis piernas. Son manos fuertes, delicadas, grandes, pequeñas. Estas me arrojan al suelo, sus labios mordisquean mi cuello, mi pecho, mi vientre y siento como la excitación invade mi miembro. Las manos lo rodean, los labios lo besan y no logro resistir expresar el placer que siento, largo un gemido detrás de otro. La mujer de madera esta parada junto a mi, le gusta lo que ve. Le gusta que sus esclavos me estén llenado de placer, le gusta ver como no paro de sentir placer en mi cuerpo pero ella quiere jugar, no quiere quedarse afuera.
Se sienta en mis piernas mientras roza mi miembro entre sus labios. Se mueve levemente hacia arriba y abajo, de pronto se sumerge en el. Ni ella, ni yo logramos resistir el gemido, se apoya en mis pecho y yo tomo los suyos, los aprieto entre mis manos, los acaricio. Ella gime, yo lo hago hasta que un miembro erecto hace que me calle, lo rodeo con mis labios y llena mi boca, otro llena la de ella.
Unas manos rodean mi trasero, lo acarician y unos dedos juegan en el. Cierro mis ojos e intento gemir pero el miembro ajeno sigue llenando mi boca cada vez mas profundamente, de a poco me acostumbro al movimiento dentro de mi dejándome llevar.
De pronto siento el cuerpo de la mujer de madera debajo mio. Siento como me hundo en ella, como toma mi trasero y le hace lugar a otro miembro para que yo sienta lo que ella. Como me besa para que dentro de su boca deje escapar los suspiros y estos se pierden dentro, como yo en ella, como el otro en mi. Los movimientos de los tres se hacen mas rápidos, mas profundos.
Mis piernas tiemblan y se que pronto llegare a mi limite. La mujer de madera me ve a los ojos y me da permiso de llegar, y que sea dentro de ella pero no solo me autoriza a mi, lo hace al otro para que lo hago dentro de mi. Los movimientos se apresuran, toman velocidad y profundizan, la habitación aumenta la temperatura y guardan todos los gemidos.
Al abrir los ojos siento como mi cuerpo es envuelto con la misma sensación de la alfombra en mis pies pero ahora estoy desnudo, todos duermen y algunas cabezas descansan en mi vientre y pecho.
Veo la puerta y la mujer de madera me ve pero esta gran madera se va cerrando, me indica que este es mi lugar, que jamás me iré de este placer. Es como el infierno pero aquí disfrutas, siempre. Esto, esto es el interior de ella, donde todos los tabúes y miedos no existen, donde uno vive como quiere. Este infierno me gusta.

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